El partido ultraderechista Vox ha respondido a la Ley de Memoria Democrática –cuyo proyecto aprobó este martes el Consejo de Ministros del Gobierno de coalición y debatirá el Congreso de los Diputados– con una reivindicación pública y ya indisimulada del franquismo, régimen fruto del golpe de Estado fascista del 18 de julio de 1936 que –apoyado por la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini– desembocó en la Guerra Civil que finalizó casi tres años después con la victoria de Franco.
El presidente de Vox, Santiago Abascal, ha comparecido este miércoles, acompañado del grueso de los diputados del partido ultraderechista, en el patio del Congreso para cargar contra un proyecto de ley que ha sido aprobado 46 años después de la muerte de Franco y 43 años después de la entrada en vigor de la Constitución de 1978 y que en su redacción actual ni siquiera colma las aspiraciones de las víctimas, que siguen exigiendo una ley que de verdad “ponga fin a la impunidad del franquismo”. Pese a ello, Abascal lo ha tildado de “ley inconstitucional” y ha advertido de que en Vox ya están “preparados” para recurrirla ante el Tribunal Constitucional.
Hace dos días era la derecha española la que se quitaba la careta cuando Ignacio Camuñas –exministro del Gobierno de Adolfo Suárez y una de las cinco personas que el 16 de enero de 2014 en rueda de prensa presentaron Vox–, manifestaba públicamente –y ante los presidentes del PP, Pablo Casado; de la Fundación Concordia y Libertad, Adolfo Suárez Illana, y de la Fundación Transición Española, Rafael Arias-Salgado– que “un golpe de Estado no es lo que ocurrió en 1936” y que “si hay un responsable de la Guerra Civil directamente, es el Gobierno de la República” y lo hacía sin que Casado, Suárez Illana y Arias-Salgado le hicieran el más mínimo reproche, sino todo lo contrario.
Dos días después, es la ultraderecha la que se ha quitado no sólo la careta sino el disfraz completo –si es que alguna vez lo ha llevado puesto– cuando Abascal ha manifestado públicamente, y en presencia de los diputados de Vox, que en el partido ultraderechista no están “aquí” para “condenar nuestra historia” –en referencia al franquismo–, y sí están “preparados” para “volver a reconstruir todo lo que derriben, incluso la cruz más grande del mundo”, en referencia a la de 150 metros de altura que corona el Valle de los Caídos, que Franco ordenó construir en 1940 e inauguró en 1959 como mausoleo de José Antonio Primo de Rivera –fundador de Falange Española y que 62 años después sigue enterrado en un lugar preeminente del Valle de los Caídos– y otros «caídos» en la «Gloriosa Cruzada».
“Honramos a todos los españoles que en cualquier bando y en cualquier época histórica pelearon, lucharon o se comprometieron porque creían que lo hacían por una España mejor”, ha dicho Abascal este miércoles, tras cargar contra una Ley de Memoria Democrática que las víctimas del franquismo, régimen impuesto tras un golpe de Estado fascista, consideran insuficiente. “Honramos a todos”, pero a unos más que otros. Es decir que todo siga como está.
“Que no hay ley legítima, que no ha nacido presidente ilegítimo, ni fiscal de partido, ni juez corrupto capaz de obligarnos a condenar a nuestros abuelos, a nuestros bisabuelos o a los abuelos o bisabuelos de otros compatriotas”, ha añadido el presidente de Vox, nieto de un político franquista –durante el franquismo, su abuelo fue alcalde del Ayuntamiento de Amurrio y diputado de la Diputación Foral de Araba– e hijo de un miembro de la UNE (Unión Nacional Española) –liderada por el exministro de Franco Gonzalo Fernández de la Mora y una de las siete formaciones que integraron AP (Alianza Popular), liderada por el también exministro de Franco Manuel Fraga– y de AP –y de su sucesor, el PP– que fue concejal en Amurrio y juntero en las Juntas Generales de Araba antes de recalar en Vox y presentarse como candidato a lehendakari de la CAV por el partido ultraderechista en las elecciones autonómicas de 2016.
Las palabras de Camuñas este lunes –pronunciadas ante los presidentes del PP, de la Fundación Concordia y Libertad y de la Fundación Transición Española– y las de Abascal este miércoles evidencian que el relato oficial de la «pacífica y modélica» Transición del franquismo al régimen del 78 –en el que ganadores y perdedores de la Guerra Civil, es decir fascistas y antifascistas, «se abrazaron» para construir un futuro «en libertad» bajo la dinastía borbónica restaurada por Franco– no ha sido más que una engañifa edificada sobre fosas comunes, injusticia e impunidad. Una engañifa que un tardío y tibio proyecto de Ley de Memoria Democrática ha bastado para hacer saltar por los aires.