Los últimos datos de fallecidos, hospitalizados en UCIs y contagiados, abonan un camino que conduce directo a un nuevo Confinamiento que se materializará en los próximos días.
Tal y como se venía diciendo desde el verano, el intento de hacer caja en Navidades par compensar los meses anteriores, y que la población saliese de un modo masivo a calles y Centros Comerciales, iba traer consigo consecuencias letales de contagios. De un modo paralelo, la sociedad desestructurada que habitamos y padecemos, unido al recorte salvaje de recursos a la sanidad pública, imposibilita una organización coherente de la vacunación.
Las consecuencias que va a traer este segundo encierro no son fáciles de aventurar. No solo económicas, sociales, psicológicas… sino también en la profundización de un aroma de control social que llegó para quedarse. En situaciones como estas, la clase dominante, los que están aquí para mantener y defender el status quo, respiran aliviados, quizás la presencia de los trabajadores madrugando y usando el transporte púbico camino de lo que queda de trabajo, les alimenta. El confinamiento es, en teoría, para todos y todas; pero unos estarán más confinados que otros.