El miércoles pasado la reportera de Al Jazeera, Shireen Abu Akleh, fue asesinada por disparos del Ejército israelí en Yenín (Cisjordania). Si ese hecho había generado repudio, la represión al funeral de la periodista en Jerusalén por parte de la policía israelí generó indignación.
Estos hechos, que suelen aparecer en los grandes medios como algo aislado, son parte del crecimiento de la violencia y represión de Israel contra los palestinos, especialmente en la zona de Jerusalén y los territorios palestinos de Cisjordania.
Esto es parte del avance permanente de Israel desde que se creó ese Estado, un 15 de mayo 1948, justamente hace pocos días los palestinos conmemoraron lo que llaman Nakba, la “catástrofe”. Amnistía Internacional calcula que Israel se apropió de unos 1000 km2, el equivalente a 5 Ciudades de Buenos Aires.
Pero además de este hecho histórico, en el último tiempo hay un agresivo avance de los llamados “colonos”, que con el apoyo del Estado, expulsan a los palestinos de sus casas, barrios y tierras.
La organización Btselem, el Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados, indica en un informe que Israel ha construido más de 280 asentamientos en Cisjordania, que albergan a más de 440.000 colonos. De estos asentamientos unos 150 no son reconocidos legalmente, por ahora.
Ese mismo centro dice que “la violencia de los colonos contra los palestinos sirve como una importante herramienta informal a manos del estado para apoderarse de más y más tierras de Cisjordania”.
Un ejemplo de lo que está pasando es la resolución del Tribunal Supremo de Justicia de Israel que desaloja a los habitantes palestinos de Masafer Yatta. Según un informe de la ONU el desplazamiento de “1200 residentes palestinos de Masafer Yatta, entre ellos 500 niños, supone una grave violación del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos”.
Lo que sufren millones de palestinos “no es un “conflicto”, un “choque” o una “guerra” entre dos partes iguales. No hay duda de la enorme disparidad de poder entre el gobierno israelí y los palestinos a los que apunta. Respaldado por $3.8 mil millones en fondos militares anuales del gobierno de EE. UU., el gobierno israelí controla, domina y desposee de vidas y tierras palestinas”. Esa contundente definición la hace una organización que se llama Voces Judías por la Paz.
Que en estos tiempos donde casi a diario vemos nuevas sanciones por la situación que se vive en Ucrania, que el Estado de Israel pueda ocupar, expropiar y mantener un verdadero apartheid contra millones de palestinos, solo se explica por el apoyo de las grandes potencias, empezando por Estados Unidos.
Contra esto el pueblo palestino resiste la limpieza étnica que dura hasta nuestros días y, aunque algunos busquen silenciar lo que viven, la lucha por el derecho al retorno a sus tierras ancestrales se mantiene viva.