«Nunca fuimos libres para vivir felices, cada una en su ambiente. Nunca dimos nuestra opinión en nada ni para nada. Nunca pudimos ni salir solas de casa a pasear; la mujer se consideró siempre como una cosa. Ya es hora que esto termine. Es preciso recuperemos lo que por derecho propio nos pertenece. No más ligaduras”. – María Luisa Cobo, 1932-
Ignacia Cobo Peña nació en Jerez de la Frontera, el 30 de septiembre de 1909 en el seno de una familia humilde. Creció y vivió en el barrio de San Miguel, aunque allí nadie la conocía como Ignacia. En su empeño por ser la única persona que determinara su vida, cambió su nombre por el de María Luisa.
María Luisa empezó a trabajar muy pronto, como muchas niñas de familias pobres de aquella época. Primero sirviendo en casas, después en el mercado de Abastos. Fue allí donde empezó a intercambiar ideas y conversaciones con sindicalistas y anarquistas, en un ambiente de creciente ebullición revolucionaria. Con solo 22 años, en 1931, se afilia a la CNT, llegando a ser una referente anarcosindical, y una de las propulsoras del feminismo revolucionario y de clase en Jerez de la Frontera.
Entre 1933 y 1934, María Luisa participó en la creación del “grupo mixto”, una agrupación de trabajadoras del textil y el servicio doméstico. Ella sabía que las mujeres y sus oficios necesitaban sus propias herramientas y organizaciones, que los empleos feminizados aún se quedaban fuera de los sindicatos.
El destierro
En 1933, con motivo de una huelga general en Jerez, la joven es detenida de manera “preventiva”, es decir, sin más delito que su trayectoria como sindicalista. Ese mismo año, vuelve a ser detenida por su involucración en el desahucio de una vecina. Viendo que la joven era fuerte en su ciudad, el juzgado decide en 1934 desterrarla. Pero no se irá muy lejos. Coge las maletas y se traslada a Cádiz, donde residirá hasta su regreso a su localidad natal, con la victoria del Frente Popular en 1936.
Una vez de nuevo en Jerez, María Luisa sigue creyendo en la necesidad de crear una herramienta sindical que sirva para la emancipación de las trabajadoras y su defensa en los sectores más feminizados. Así, en abril del 36 se crea el Sindicato de Emancipación Femenina, una organización de mujeres que contó a las pocas semanas con más de doscientas afiliadas y alrededor de unas mil quinientas en su corta trayectoria.
Mujeres Libres en el Golpe de Estado
En 1936, cuando sucede el Golpe de Estado, María Luisa se encuentra en Ronda, donde las milicias andaluzas se organizan para dar respuesta a la sublevación militar. Allí, la jerezana promueve la fundación del Sindicato de Emancipación Femenina, que se dedica a coser y arreglar las ropas de los milicianos.
También se crea una sección de Mujeres Libres, colectivo anarcofeminista, que organiza la retaguardia anarquista. Una de las labores básicas, sin las cuales no se podría organizar una respuesta al Golpe de Estado, porque la lucha también hay que cuidarla.
Una vez caída Ronda, María Luisa marcha a Madrid, donde la espera su compañero, Juan Pedro González. En Madrid residirá hasta 1938, que marcha hacia Barcelona. En la Ciudad Condal, María Luisa sigue participando en la retaguardia, aunque enferma de pleuritis, una inflamación de tejidos en el sistema respiratorio que provoca dolores agudos.
El exilio y la vuelta
Con la caída de la República en 1939, la joven y su compañero emigran hacia Francia, donde no les esperará una mejor suerte. En el país galo, María Luisa va a parar a un campo de concentración de mujeres en Besaçon, donde debe realizar trabajos forzados para el gobierno de Vichy. En esta tesitura, y junto con su compañero, Juan Pedro González, deciden regresar a Barcelona. Franco había anunciado que no se condenarían a personas que no habían cometido delitos de sangre durante la Guerra.
Tras un tiempo escondidos y sin hacer mucho ruido, el patrón de la casa donde sirve María Luisa la delata a la policía y detienen a la joven. A partir de este momento, María Luisa empieza un recorrido de entradas y salidas de prisión, dado que se niega a revelar su verdadera identidad. Se traslada a Madrid, donde de nuevo es encarcelada en la prisión de las Ventas y es trasladada a Jerez para ser juzgada.
Ella misma se defendió en este juicio, pues se negó a aceptar la ayuda de ningún abogado del Régimen. En ningún momento negó su ideología, al contrario, corrigió en reiteradas ocasiones al juez, alegando que ella era anarquista, y no comunista, como decían los letrados.
Finalmente, María Luisa fue condenada a seis años de prisión por auxilio a la rebelión. Pidió el traslado a Madrid, donde estaba encarcelado Juan Pedro y allí residió hasta 1972, cuando volvió a su Jerez natal para morir junto a sus hermanas en abril de 1973.