Desde el antiguo Egipto hasta algunas tribus indígenas de América han llevado a cabo sus “Danza de la lluvia” como ritual para invocar la llegada de tan preciado bien y asegurar el éxito de las cosechas. De hecho los cherokee, una tribu del sureste de Estados Unidos, efectuaba este tipo de danzas para promover la lluvia y para limpiar la tierra de espíritus malignos.
No queda claro si la intención de la convocatorio para esta tarde en La Merced es la de limpiar Jerez de “espíritus malignos” ni si quienes asistan se adornarán con plumas y turquesas (símbolos del viento y la lluvia respectivamente), pero lo que es incuestionable es que una convocatoria como esta resulta, cuando menos, llamativa.
Si bien es cierto que tenemos los pantanos con los niveles de agua a mínimos históricos, quizás sería más productivo pensar en posibles opciones para mejorar tanto la recogida de agua como el despilfarro de la misma en diferentes sectores antes de rezar para que llueva (partiendo del máximo de los respetos a quienes hagan esta oratoria por la tarde).
El agua ha sido y sigue siendo de vital importancia para la vida diaria por lo que quizás sería más conveniente orar por la creación e implantación de un buen sistema de gestión del agua.