Lo de este viernes en el debate de investidura de Isabel Díaz Ayuso en la Asamblea de Madrid es para echarse las manos a la cabeza. La portavoz de la formación de extrema derecha, Rocío Monasterio, ha vuelto a hacer honor a su retrógrada formación a golpe de discurso racista y carente de fundamento.
En esta ocasión el objetivo ha sido el diputado de origen senegalés, Serigne Mbaye, a quien ha calificado como “ilegal” y poco menos que responsable de la subida de impuesta y factura de la luz. Ante sarta de calumnias, Mbaye ha pedido turno de palabra por alusión y pidió a Monaterio que retirase sus palabras alegando que “el racismo no cabe en España”. Una intervención que ha conseguido el aplauso unánime de gran parte de la cámara pero que, por desgracia para cualquier demócrata sea del signo que sea, no ha conseguido que Monasterio retirase lo dicho.
Una actitud la de VOX que vuelve a dejar por los suelos cualquier código ético político, sobre todo la parte referida a la justicia (no discriminación de manera arbitraria a nadie) ni al respeto (tratar a personas e instituciones sin prejuicios ni discirminaciones)