La vid, como el olivo, hunde sus raíces en la tierra desde el principio de los tiempos. En Andalucía se conoce desde los romanos y aun antes, pues ya desde época tartésica hay constancia de su existencia y de la costumbre de su consumo. Y su fama ha traspasado fronteras. El portal de noticias de la Junta de Andalucía inicia con esta entrega una serie de nueve reportajes sobre los vinos de Andalucía.
Fue en época romana cuando el vino andaluz experimentó su primera gran expansión. La Bética era una de las provincias con mayor producción de vino del imperio. Y siglos más tarde, tras el Descubrimiento de América, el vino andaluz volvió a tomar un nuevo impulso gracias al comercio marítimo. Sus características (alta gradación alcohólica) lo hacían propicio para la exportación, pues soportaban los embates del viaje y los cambios climatológicos mucho mejor que otros caldos. De esta forma, se convirtieron en productos muy apreciados en los países fríos del Norte de Europa.
Los viñedos andaluces ocupan en la actualidad casi 40.000 hectáreas, que se reparten por las 8 provincias andaluzas. El clima y la tierra son propicios para el cultivo de la vid, y su variedad tiene asimismo un reflejo evidente en la variedad de los vinos que se producen en Andalucía.
El sector vitivinícola andaluz tiene una gran importancia tanto por el valor económico que genera como por la población que ocupa y por el papel que desempeña en la conservación medioambiental. La orientación de este sector hacia la producción de vinos de calidad y su enorme diversidad dentro de un estilo propio es una de las características actuales en su producción.
La región cuenta con un total de 25 zonas de reconocido valor vinícola, entre las 9 Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) y las 16 Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP). Ambas son figuras de calidad reguladas por la UE, que destacan la relación entre las características de un producto, en este caso el vino, con la tierra en la que se produce.
Dentro de las Denominaciones de Origen Protegidas de Andalucía hay que distinguir entre las Denominaciones de Origen (Condado de Huelva y Vino Naranja, Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda, Montilla-Moriles, Málaga y Sierras de Málaga, y Granada) y los Vinos de Calidad de Lebrija, en Sevilla.
Y, por otro lado, están las Indicaciones Geográficas Protegidas, que en Andalucía, bajo la figura de Vino de la Tierra, son las siguientes: Desierto de Almería, Laujar-Alpujarra, Norte de Almería, Ribera del Andarax y Sierras de las Estancias y los Filabres (Almería); Cádiz; Córdoba y Villaviciosa de Córdoba (Córdoba); Altiplano de Sierra Nevada, Cumbres del Guadalfeo y Laderas del Genil (Granada); Bailén, Sierra Sur de Jaén y Torreperogil (Jaén); Los Palacios y Sierra Norte de Sevilla (Sevilla).
No obstante la variedad de zonas y de caldos, existe un nexo común en todos ellos, la influencia del mar. Hay zonas como Cádiz y Huelva abiertas directamente a la influencia del Atlántico, y otras como Sevilla, Córdoba y Jaén, a las que esta influencia llega a través del Valle del Guadalquivir. Y el Mediterráneo hace lo propio con el resto de las provincias.
Denominación de Origen vs. Indicación Geográfica Protegida
Las diferencias entre Denominación de Origen Protegida (DOP) e Indicación Geográfica Protegida (IGP) son de matices. Ambas hacen referencia a la existencia de un vínculo o relación causa-efecto entre las características de un producto determinado y el medio geográfico en el que se produce.
Sin embargo, según el Reglamento (UE) 1151/2012 del Parlamento Europeo y del Consejo sobre los regímenes de calidad de los productos agrícolas y alimenticios, mientras en el primer caso todas las fases de producción del producto identificado bajo una determinada Denominación de Origen (desde el cultivo de la uva a la producción y embotellado del vino) han de tener lugar en la zona delimitada bajo dicha figura, en el caso de la Indicación Geográfica Protegida basta con que la mayor parte de la producción se realice dentro del área delimitada con la figura de protección y que el 85% de la uva proceda de la misma zona protegida.
Andalucía es tierra de vinos generosos, la única comunidad que los produce en España, y éstos son de una calidad extraordinaria, reconocidos en todo el mundo. Pero también es tierra de vinos tranquilos, blancos y tintos, que en los últimos años han alcanzado un reconocimiento acorde a su también indiscutible calidad.
Por provincias, es Cádiz la que mayor extensión dedica al cultivo de la vid. Prácticamente una de cada cuatro hectáreas de viñedo en Andalucía se encuentra en la provincia de Cádiz, donde se cultiva mayoritariamente la variedad de uva Palomino, con la que se elaboran los vinos del Marco de Jerez. Le sigue Córdoba, donde se producen los vinos de Montilla-Moriles, Huelva, tierra de la uva Zalema, y Granada, que produce mayoritariamente Tempranillo y Syrah para sus tintos. Almería, Málaga, Sevilla y Jaén, producen uva Tempranillo y Macabeo, Moscatel, Pedro Ximénez y Molinera, según consta en el informe sobre el sector del vino de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible.