La experiencia de gobiernos socialdemócratas con varios protagonistas se ha extendido en Ayuntamientos, Diputaciones y Comunidades Autónomas a lo largo de estos cuarenta años. Desde el bipartito PSOE/BNG en Galicia, al de Andalucía PSOE/IU o el tripartito PSC/ICV/ERC en Catalunya, pasando por cientos de municipios, las organizaciones que se dicen a la izquierda del PSOE han ido a entregar sus votos al hermano mayor para facilitar la «gobernabilidad progresista». El argumento de nosotros o ellos (ellos es la derecha, la otra derecha) convence al grueso de sus electorado que se muestra muy alejado de cualquier camino revolucionario. Con esa estrategia de ir sumando reformas hasta la victoria final y que fue urdida durante décadas, solo quedaba hacer uso de ella para formar un gobierno nacional, por eso, el pacto PSOE+IU+Podemos.
A partir de ahí, se nos obliga a aceptar esta especie de menosmalismo como lo máximo a lo que se puede aspirar dentro de la UE y la OTAN. Algo que no debería traducirse en asumir que estamos ante un gobierno de izquierdas, ni siquiera en las formas. En estos días que buena parte de la población descubre que no se puede desde dentro de las instituciones socavar las entrañas del capitalismo, esto es, nacionalizar la energía, ni expropiar hospitales privados pese a la situación pandémica, ni investigar los delitos de la monarquía, ni convertir colegios concertados religiosos en públicos pese a que la financiación sí parte de los Presupuestos Generales del Estado, ni cerrar las casas de apuestas, ni expulsar de las Fuerzas Armadas al fascismo que lo habita, ni favorecer referéndums para que los pueblos decidan su autodeterminación, ni a apoyar al pueblo saharaui contra la agresión que realiza la dictadura marroquí, ni romper relaciones diplomáticas con Israel o apoyar sin fisuras la revolución cubana y bolivariana.
El problema para no abandonar el «gobierno más progresista de la historia» no es que haya o no un ideario de izquierdas (que no lo hay) en el ejecutivo, es cómo llenar el vacío ideológico de organizaciones nacidas para ser bastón del PSOE y qué hacemos con tanto asesor/a con sueldos generosos anexados a los ministerios y los minutos de televisión por estar en el Consejo de ministros frenando a la extrema derecha. En estos meses de gobierno PSOE+UP es seguro que más de uno ha tenido que agrandar las tragaderas buscando ese punto donde ya no es necesario seguir abriendo más porque se forma parte de la Casa Común y el paisaje nauseabundo del régimen del 78.