Corría el año 2013. Por aquel entonces el canal de televisión de derechas 13TV ya emitía uno de sus programas estrella, El Cascabel. No estoy revelando ninguna exclusiva informativa si digo que la gran mayoría de sus colaboradores son de tendencia conservadora y neoliberal, aunque también se ha podido ver en sus tertulias a gente como Pablo Iglesias, poco sospechosas de compartir las tesis de la derecha española. Un día cualquiera el caprichoso algoritmo de YouTube me mostró un video de cuando Julio Anguita fue invitado a este programa para presentar uno de sus libros ‘Contra la Ceguera‘. Por lo pronto me quedé desconcertado. Julio Anguita y 13TV eran conceptos antagónicos, y lo siguen siendo hoy en día. Me costaba entender que en El Cascabel hubieran pensado que era buena idea invitar a un genio intelectual de la izquierda como Julio. Ver aquel video me resultó muy revelador sobre quién era Julio Anguita y lo que decía. El ex secretario general del Partido Comunista de España, ex coordinador general de Izquierda Unida y ex alcalde de Córdoba, tristemente fallecido hoy 16 de mayo de 2020, consiguió generar en aquel plató de televisión derechista una situación totalmente anómala. Julio hablaba y el resto de tertulianos escuchaba. Parece baladí lo que estoy diciendo, pero es que el concepto de debate en la televisión española se ha banalizado hasta tal extremo que resulta sobrecogedor que uno hable en un debate en vez de gritar y no se le interrumpa.
Las palabras de Anguita desprendían muchas verdades acerca del trasfondo de la crisis económica que Europa y España venían padeciendo desde el año 2007, cuando estalló la burbuja financiera tras décadas de implacables dictámenes neoliberales. El momento cumbre para mí llegó cuando dijo la siguiente frase: “Los políticos hemos fracasado mucho, igual que empresarios, banqueros… Pero también hay que decirle a nuestro pueblo un par de cosas […] Queridos señores, cuando ustedes votan por segunda vez a ladrones, ustedes son responsables. Como dice el proverbio árabe; la primera vez que me engañaste la culpa es tuya, la segunda es mía”. Fue en ese momento en el que me di cuenta de que Julio Anguita era más que un político. Era y es un referente intelectual, y aun con su militancia comunista y republicana se puede decir que ha sido un referente intelectual en general, no solo para la izquierda.
“Como dice el proverbio árabe; la primera vez que me engañaste la culpa es tuya, la segunda es mía”
En 1998 Anguita renunció a la secretaria general del PCE y tras dos legislaturas como diputado volvió a ejercer su otra gran pasión, la docencia en el instituto Blas Infante de Córdoba, además de renunciar a la pensión como diputado y adoptar la de maestro. Estando jubilado cobraba 1.848 euros al mes y sus mayores posesiones eran una humilde planta baja en Córdoba, un Seat León y un ordenador; el vivo ejemplo de que se puede entender la política desde la vocación de servicio público y no desde el lucro personal y la aspiración por ascender mediante una puerta giratoria. Existe la dignificación y divinización sobre el alma de un humano que recientemente ha partido, es cierto. Pero somos muchos los que pensamos que con más personas como Julio en la política y en la vida en general, el mundo sería un sitio mejor. Algunos tendrán tal vez una sensación parecida a lo que sintieron cuando falleció Alfredo Perez-Rubalcaba. Diferencias entre ambos las había, por supuesto, pero serían más merecedores de la etiqueta de patriota que muchos que usan la bandera para encubrir su miseria moral.
Me gustaría que Anguita siguiera respirando, que su corazón siguiera latiendo. Es un pensamiento muy egoísta pero me encantaría que así fuera para poder seguir escuchándole y saber qué piensa de las sinrazones del mundo actual. Fue bautizado en sus años de alcalde como el califa rojo, ejerció su activismo político en la clandestinidad que imponía el régimen franquista, defendió la causa republicana hasta su último aliento y siempre dijo lo que pensaba y sentía con la más absoluta honestidad y convicción. Me he contenido por no llenar en exceso estas líneas de célebres frases entonadas por su persona, pero es que es casi imposible no hacerlo. Toda España fue testigo de cuando Julio Anguita Parrado, su hijo, murió en 2003 víctima de un misil mientras ejercía de corresponsal de guerra de El Mundo en Bagdad, Irak. Las palabras de Julio padre, en un acto público tras haber conocido la trágica noticia fueron: “Mi hijo mayor, de 32 años, acaba de morir cumpliendo sus obligaciones de corresponsal de guerra. Ha cumplido con su deber y yo por tanto voy a dirigir la palabra para cumplir con el mío. Ha sido un misil iraquí, pero es igual, lo único que puedo decir es que vendré en otra ocasión y seguiré combatiendo por la tercera república. Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”. Julio Anguita no solo fue un gran político, un gran orador y un excelente pensador. Ha sido también una gran persona. Descanse en paz.
Por Aleix Echauz