El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado un estudio con datos referidos al aumento de la pobreza extrema en el Estado español en estos meses de pandemia. Según este organismo, las personas en riesgo de necesidades materiales graves han aumentado drásticamente en 2020, situándose al mismo nivel que en los peores momentos de la anterior crisis.
De esta manera la pobreza severa ha pasado de un 4,7% de la población a un 7%. Un incremento de más de un 50% en tan solo un año. Esto se debe al enorme parón que ha sufrido la economía producto de la pandemia y a que muchos han perdido sus empleos y han visto reducidas sus condiciones materiales.
Esto sin embargo solo es la punta del iceberg, porque no solo ha habido un aumento de la pobreza extrema, lo cual conlleva que vuelvan a aparecer con fuerza las colas del hambre y las situaciones más dramáticas para millones de personas. Sino que se trata de un deterioro generalizado al conjunto de la inmensa mayoría de las clases populares.
Estas estadísticas son la cara más amarga de una crisis que en zonas que se dedican de forma casi exclusiva actividades como el turismo se llevan la peor parte. En comunidades como Baleares, Canarias o Andalucía, a la vez que una parte importante de la población se quedaba sin su puesto de trabajo, los niveles de riesgo de pobreza se acercan peligrosamente al 40%. Son los datos más altos en una década.
Esta realidad golpea especialmente a los sectores más vulnerables y discriminados. Por ejemplo entre los niños el riesgo de hambre en comunidades como Andalucía es de alrededor del 10%.
Entre los inmigrante el riesgo de pobreza es significativamente más alto, llegando a ser de casi un 50%. Cifras parecidas vemos entre las familias monoparentales, en su mayoría con mujeres trabajadoras a cargo.
En el otro lado de la pirámide por primera vez en el Estado español el número de millonarios supera el millón de personas. Y las mayores fortuna no solo han sufrido menos las consecuencias de la crisis sino que se han hechos más ricos. Son los mismos que reciben por parte del Estado enormes cantidades de dinero y recursos para mantener sus beneficios, al mismo tiempo que empujan a millones de personas al abismo del hambre y la exclusión social.