Puedo tomarme un café en una gasolinera pero no en un bar. Puedo comer en el restaurante de un hotel pero no en el que hay en la esquina. Puede abrir una floristería pero no una zapatería…
“En mi local sí se pega el COVID pero en el otro no”. Esta es la frase más repetida en cualquier conversación (con menos de cuatro personas, claro) durante estos últimos tiempos. Más aún si cabe desde ayer, día en el que entró en vigor el cierre de comercios “no esenciales” y hostelería en Jerez y que ha indignado a propios y extraños.
Las comparaciones siguen con un tema tan sensible como son los niños: se pega el COVID en un bar pero no en una clase con 25 niños… Dice la Junta que los centros escolares son los lugares más seguros que hay ahora mismo y, siendo realista, raro es el colegio en el que no hay alguna clase cerrada por COVID. Y si a la Junta verdaderamente le preocupa la salud de los más pequeños más le preocupa a padres y madres, que no paran de pedir el cierre de los colegios y que, en muchos casos, están optando por dejar a sus hijos en casa ante en temor de un posible contagio.
¿Por qué te puedes ir a esquiar o a cazar y yo no puedo salir a ver a un familiar fuera de Jerez?. La lista de posibles preguntas que entran en comparaciones se hace interminable ante una situación que ya nos resulta interminable. Y mientras el COVID sigue sirviendo como arma arromadiza entre políticos, empresarios y grandes marcas, que son las primeras beneficiadas por el cierre del pequeño comercio, nosotros tendremos que hospedarnos en un hotel para poder comer un día fuera de casa, ya que en los restaurantes hoteleros los virus no entran.