La factura se ha disparado en agosto un 46% hasta 93,1 euros, siendo la más alta de la historia. Septiembre comienza con la misma dinámica y este miércoles va a alcanzar una nueva cifra histórica de 132,47 euros por megavatio hora (MWh), lo que supone un tercer máximo consecutivo superando los 130,53 euros de este martes.
El precio medio del mercado mayorista durante este mes de agosto se sitúa sobre los 106 euros/MWh de media, siendo tres veces más cara que hace un año. Esta subida del precio de la generación de energía se ha tragado las pocas e insuficientes medidas que el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos han aplicado para tratar de reducir la factura: una rebaja del IVA del 21% al 10% en la factura eléctrica y suspensión temporal en el tercer trimestre del impuesto del 7% a la generación eléctrica a las empresas.
Así, si bien la subida del precio de la factura de la luz ha sido una constante durante décadas, los motivos han sido distintos. Una parte importante de la factura de la luz está relacionada directamente con precios que han regulado los distintos gobiernos del PSOE y el PP hasta la actualidad, como son el precio de distribución y transporte energético o el IVA.
Sin embargo, en los últimos meses, el incremento de la factura se debe a la subida en el coste de producción energética, causada sobre todo por el mayor precio del gas, pero también como consecuencia de un sistema marginalista donde las ofertas de energía más caras marcan en subasta el precio del resto de la oferta energética.
De esta manera, las políticas del Gobierno no sólo no han conseguido reducir el precio de la factura de la luz, sino que además han perdido ingresos públicos suspendiendo impuestos a las propias empresas energéticas que se están lucrando con la situación.
Por su parte, la llamada a la “empatía” que Teresa Ribera, vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, hizo a las empresas energéticas no ha tenido lógicamente ninguna consecuencia. Al contrario, las hidroeléctricas han aprovechado la coyuntura de este mes de agosto para ofrecer energía a precios incluso más elevados que los del gas, a pesar de los menores costes de producción, y a costa de vaciar de forma dramática los embalses sobre los que tienen concesiones privadas.
El incremento del precio de la luz ya está teniendo un impacto importante en la inflación de la economía, pero sobre todo está dificultando a miles de familias trabajadoras poder llegar a final de mes. Mientras tanto, las grandes empresas energéticas privadas siguen especulando y haciendo negocio con la energía y las necesidades sociales.