Uno de los grandes escritores más comprometidos con el ideal socialista y el movimiento obrero en la primera mitad del siglo XX, fue el danés Martín Anderson-Nexö (Christianshavn, 1869 – Dresde, 1954). Entre sus obras, la más conocida es Pelle el conquistador, sobre todo por sus notables adaptaciones cinematográficas.
De familia muy pobre, tuvo una difícil juventud, agravada por sus delicadas condiciones de salud. Pasó su infancia en un barrio humilde de Copenhague, y fue, entre otras cosas, pastor, obrero agrícola y aprendiz de zapatero. Todas sus vicisitudes personales y sociales están contadas conmovedoramente en sus Memorias (1932-19399, que han sido igualadas con las de Máximo Gorki. En 1894 fue a Italia y a España; ello daría lugar a la colección de esbozos de viajes que le fueron recomendados para que se curara de tuberculosis, Días de sol (1903), una obra enamorada sobre un país que le dio calor en los huesos, y cuyas injusticias sociales le despertó una conciencia política que ya no le abandonaría nunca.
Se puede decir con todas las palabras: escritor comprometido con la clase obrera, fue uno de los principales animadores del socialismo danés, y uno de los primeros defensores en Europa de la revolución socialista soviética de 1917. Lo dicho: en el origen de su postura política se halla su contacto con el proletariado andaluz, descrito en estas páginas. Nexø aunque no deja de percibir los puntos débiles de la gente que trata, caerá rendido ante la espontaneidad y el orgullo que despliegan a pesar de la miseria que sufren. Su retrato del anarquista Alfonso es en este sentido el presagio del futuro héroe proletariado y revolucionario que siempre alentó su vida. Este libro de viajes es viajes ameno y encantador, y ofrece un fehaciente retrato de Andalucía con breves escapadas a Gibraltar y Marruecos. Habla con agudeza de toreros, cigarreras, gitanos y campesinos anarquistas. También lo hace de la solidaridad, de compasión y de humanismo del mundo del trabajo y la fatiga. Mediante un símbolo, el sol, que se convertirá en el hilo conductor omnipresente de todo el texto, sus líneas maestras apuntan hacia lo que más tarde se convertiría en la obra maestra de Nexø, su novela Pelle el conquistador…
Señalemos que como película, Pelle el conquistador (Pelle erobreren, suecia-Dinamarca, 1987), ganó el Oscar a la Mejor Película Extranjera, y será recordada por la impresionante interpretación de Max Von Sydow. Se trata de una adaptación escrita por el propio realizador, el muy irregular Billi August, y a lo largo de 150 minutos que saben a poco, narra las grandezas y miserias, esperanzas y realidades de un trabajador sueco instalado en una Dinamarca en la que la fuerza del trabajo no es más considerada que la de las bestias. En su día fue una de las películas que, junto con las de Ken Loach y Mike Leigh, con Daens y Germinal, contribuyeron a dejar patente que la lucha de clases había sido y seguía siendo una realidad clave en la historia humana por más que el triunfal-capitalismo estaba tratando de hacernos creer o contrario. La película –totalmente asequible en DVD-, tuvo el mérito de rescatar este gran escritor, un proletario de la estirpe de Máximo Gorki, Jack London, Panait Istrati o Miguel Hernández, que aunque es el escritor danés más traducido después de Hans Christian Andersen, aquí no encontró sus lectores.
Más de sus notables libros de viajes, Soldage (1903), y de algunas primeras narraciones, su fama internacional como escritor del proletariado, le llegó justamente con el ciclo novelístico sobre Pelle, un auténtico “epos” proletario sobre un muchacho de Bernhold, cuyo honesto y tenaz padre sueña como Joe Hill, con emigrar “a las Américas”, pero que acaba dando la cara como sindicalista y organizador de huelgas muy duras, harto representativa de la fase más combativa del primer socialismo danés.
A la vuelta de sus viajes terapéuticos, Martín ejerció durante algún tiempo la profesión de maestro; pero tras los primeros éxitos literarios se dedicó exclusivamente a la actividad de escritor. Del vago pesimismo que campea en sus primeras obras, como Sombras (Skygger), pasa a una fe firme en la necesidad de una justicia social según el optimismo de la primera socialdemocracia. Sin embargo, Martín será una de las voces que denuncian el socialpatriotismo. Tomó posición contra eso en conferencias y artículos y escribió: «También nosotros, los social-demócratas, tendremos que revisar muchas cosas cuando alguna vez, es de esperar que no dentro de mucho tiempo, se ajusten las cuentas de la guerra…” Por lo mismo será uno de los portavoces de la minoría internacionalista, y encontró que la revolución rusa debería realizar al fin sus aspiraciones. En 1918, Andersen Nexö ingresó en el partido comunista. Como muchos otros, había sufrido un gran desengaño por la conducta de la Segunda Internacional en la Guerra Mundial. Fue uno de los personajes más emblemáticos del partido comunista danés e internacional, y continuó describiendo con cierto candor «la marcha eterna del proletariado hacia el país de la felicidad».
La ruptura con Pelle, con la social democracia, que en Dinamarca había ido ganando más y más influjo, arrojó al escritor a la soledad y pronto al exilio. Él, el archiciudadano de Copenhague y archiproletario, vivió desde su ingreso en el partido comunista más tiempo en el extranjero que en su país, de 1923 a 1930 y de 1951 hasta su muerte en 1954, constantemente en Alemania. Eso no fue obstáculo para que se le concediese una pensión del Estado y fuera propuesto para el premio Nobel. Pero sus libros sobre Morten son una queja única sobre la incomprensión con la que el proletariado danés reaccionó contra él y su comunismo. Eso lo afectó profundamente hasta en la misma raíz. En su amargura, cerró los ojos a los logros del socialismo escandinavo, como antes los había cerrado a las partes sombrías de la Unión Soviética cuyo territorio recorrió varias veces. Este hombre había cambiado el concepto de su nación y de su clase subordinándolas a la marcha del Partido desde su pequeño mundo.
Otras obras
Otras aportaciones importantes suyas, son: Ditte, hija del hombre (Ditte Menneskabarn, 1917-21), Midt i en Jaerntid (1929), es un tremendo ataque contra la mentalidad propietaria y dominante de los granjeros acomodados; Tiempos de hierro (Midt i en Jerntid, 1929). Habiendo marchado a Rusia, escribió una entusiástica relación, Hacia la aurora (Mod Dagningen, 1923). Desde entonces quedó vinculado para siempre al comunismo. Durante la ocupación alemana escribió una continuación de Pelle, la novela llamada Morten hin Rode (1945), sobre “Morten el rojo”, su “alter ego”, una mezcla de recuerdos y fantasías, y en la que aboga por una alternativa socialista para su país. Con esta última obra, Andersen Nexö completaba sus novelas sobre Pelle y Ditte. Se trata igualmente de una saga: primer tomo: Morten el rojo, 1945; segundo tomo: La Generaciónperdida, 1948 tercer tomo: Jeanette, fragmento, 1958). “Pelle, Ditte y Morten», explicaba Nexó, «están para mí como una especie de trinidad ante los ojos, y en este trío Morten era el hombre de la nueva generación.»”A pesar de esta concepción unificadora, los libros de Morten se diferencian de una manera fundamental de los precedentes; los años que no han transcurrido en vano, el tiempo han dejado su huella, y su creatividad ha declinado.
Con todo su obra principal quedará como un testimonio social de primera magnitud. Destinado desde la cuna a la pobreza y las privaciones de sus años infantiles, su conciencia de clase lo arrojó a la opción: “Mi padre era picapedrero y empedrador –cuenta- mi madre iba por las calles tirando de un carrillo de mano y vendía pescados, fruta y cosas parecidas. Éramos una prole numerosa soy el cuarto de once hermanos — y vivíamos en condiciones muy pobres, a pesar de que toda la familia trabajaba. La pobreza y el trabajo agotador son las fuerzas dominantes en el mundo de mi niñez. He trabajado desde que pude empezar a arrastrarme: repartía periódicos o cogía virutas de las obras y se las vendía a los señores. Durante algún tiempo fui también niñera de mi hermana de seis meses: desde que a amanecía hasta que caía la noche…”
Nexo prosigue: “Yo había llegado a la conclusión de que tenía que suceder algo para que la existencia de los hombres se hiciera soportable, para que la carga fuera quitada de los hombros de los pobres y se les diese su participación en la vida. Ante todo, los niños tenían que tener una niñez, el hambre y la necesidad debían ser barridas de las casas de la pobre gente, y el interminable día de trabajo de mi madre debía hacerse más corto y más fácil.
Sería la propia vida obrera la que le enseñó el socialismo y lo puso al corriente de los logros del movimiento de los trabajadores alemanes orientados por el socialismo de Bebel y Liebknecht. “La frase: La liberación de la clase trabajadora debe ser obra de los trabajadores mismos, salía a relucir una vez y otra en sus discursos. Llegó a convertirse en mi fantasía en una inscripción luminosa sobre un portal inmenso, la entrada a un nuevo mundo.” Hablando con el trabajador alemán que le inició en “las ideas”, él le contó sus sueños de escritor, éste entonces le dijo al marchar: entre lágrimas: “Sí alguna vez eres escritor, ¡no te olvides entonces del proletariado!”
Pelle el conquistador (1906-10), será la primera novela proletaria de la literatura danesa, y en ella, Nexó tomó la palabra. Como proletario, Pelle “sólo posee salud y apetito, llega desnudo a la fiesta de la vida”, es el símbolo del trabajador socialista, que lucha por ocupar su puesto en el estado y que es inconcebible sin el ejemplo de algunos de los grandes socialistas de este tiempo.
“Yo quería –nos dice- enseñarles a las masas el camino hacia la felicidad.” Del mundo de los molinos de hueso y de los barrios de la miseria, de la huelga, de las barricadas, de los disturbios y del terror policiaco, se alza una poderosa organización, un ejército de millones que asegura los derechos de los trabajadores mediante corporaciones y hermandades que envían sus jefes a los Parlamentos y a los gobiernos.
—Ahora he encontrado mi tema, Pelle — dice el escritor Morten (forma danesa de Martín) al final de la novela —. Ya no tendré que estar tanteando más tiempo en la oscuridad, ahora escribiré una gran obra.
—Enhorabuena. ¿De qué va a tratar? ¿Será una obra sobre el sol?
—Sí, sobre el sol y sobre lo que triunfa. Será una obra sobre ti, Pelle.
—¿Sobre mí? — pregunta Pelle asustado.
—Sí, sobre el Pelle desnudo con la camisa del triunfador. Ahora ha llegado el momento de sacar al hombre desnudo a la luz y dejarlo ver donde está ahora y desde donde debe superar al futuro…
En Ditte hombre (1917-21), escribe que “es la descripción de la existencia de la mujer proletaria tal como con pocas excepciones era hasta principios de este siglo: de su sufrimiento interminable, de su incansable solicitud, de su abnegación nunca desmentida. De la misma manera que su vida transcurre sin nada digno de mención, resalta no obstante que ha hecho ella más en la lucha interminable de la clase humilde en pro de la dignidad humana que su compañero masculino; durante la emigración de siglos, fue ella la que soportó la carga más pesada del destino. Ya cuando muchachita, empujada por su amor maternal, tuvo que hacer de madre de sus hermanas más pequeñas y más tarde la azuzó durante toda su vida aquel anhelo de maternidad. Por todos sus dolores Ditte tiene derecho a ser llamada la madre de la humanidad, su Mater Dolorosa. ¿Es posible no quererla, no rodearla en el corazón con la aureola del heroísmo? A ella, a la madre de la esperanza, quiero erigirle un monumento con mi libro.”
Ahora tenía que separarse de su héroe Pelle. En la introducción a Morten el rojo se lee: “Si se miran las acciones y los esfuerzos de ambos hombres desde principios de siglo, el contraste resalta poderosamente y apenas se comprende que haya podido haber nada común entre ellos. Pelle, que actuaba sólida y justamente, era reservado en todas sus manifestaciones, pensativo como un rumiante y tan metido en sí, que nunca se sabía si era él quien guiaba las masas o si, por el contrario, eran las masas las que lo guiaban a él. En Morten pasa lo contrario: cordial y abierto, de contorno claramente acogedor, no hay en él nada que quede ignorado. Durante algún tiempo, el brillante éxito de Pelle sobrepujó cualquier otra cosa; en el movimiento obrerista, no había sitio para otro que no fuera él. Y como no sólo se limitó a dormirse sobre los laureles, sino que abandonó todo trabajo y consideró que la meta consistía en decir grandes discursos, dejó de ver una línea de acción. Todo estaba en una niebla y en esa niebla iban los trabajadores dando vueltas. Pero ahora hay una visión más clara: Pelle y todo lo que en él se representa eran sólo una etapa del desarrollo que ahora llega a su final… “
Pepe Gutiérrez Álvarez