Me dormí pensando en Beth Harmon, la protagonista de la serie, interpretada por la actriz estadounidense Anya Taylor-Joy y su manera tan particular de imaginar y estudiar sus jugadas.
Si al terminar de ver la serie, ese fue el efecto que tuvo en mis sueños, pienso que algo matemático y lúdico hay en la trama. Los movimientos cotidianos de Beth, sus maneras siempre parsimoniosas y cautivantes, sus viajes, sus victorias, poseen algo de cálculo y precisión como el ajedrez.
Una vez un profesor en la secundaria, cuando le dije que odiaba las matemáticas, me dijo: “te sorprendería saber cuánta relación tienen las matemáticas con las letras, con la poesía”. Ahora, después de muchos años, tengo que darle la razón. Las matemáticas mueven el universo. Los juegos de cálculo donde reina el intelecto, no están fuera de su alcance. La matemática se vuelve poesía en las imágenes.
No sé jugar ajedrez, pero seguí maravillada las partidas. Las manos de Beth iban contando sobre su ansiedad, su adicción, su soledad. Las manos de Beth cuando juega, hacen arabescos para alejar a la muerte.
Durante toda la serie hay un cuco al que alguna vez deberá enfrentarse, que es Rusia, sus grandes campeones. Llega a Moscú en una época muy particular (1968) y es entonces donde el Gambito de Dama se vuelve también una apertura social, diría, el rol de las mujeres dentro de una Rusia donde a pesar de que la burocracia del Partido Comunista había recortado los derechos conquistados por ellas en 1917, aún permanecía vivo en el pueblo ruso la necesidad de liberación del patriarcado. De hecho, ese mismo año se produjeron manifestaciones para liberarse de la burocracia como en los sucesos de La Primavera de Praga (Checoslovaquia).
Las mujeres la aclamaban a la salida de los partidos, el pueblo pobre seguía las partidas de ajedrez del Campeonato Mundial desde las calles, volviéndolo un fenómeno popular.
Beth ha crecido en un orfanato donde drogaban a las niñas para poder mantenerlas sedadas, situación que marcará su vida de ahí en más. Irá a encontrarse con situaciones adversas, mientras por momentos el relato retrocede, cual piezas de ajedrez, a momentos anteriores a su vida en el orfanato.
La historia posee recursos narrativos muy ricos, sumamente poéticos desde los gestos de Beth, su imagen que por momentos parece un personaje salido de un cuento, el vestuario, la escenografía. Cabe mencionar que el decorado de las paredes casi siempre repite patrones geométricos inquietantes a la vista, que se confunden con la ropa de cama y alfombras.
La serie está basada en el libro que lleva el mismo nombre: “Gambito de Dama” o “Gambito de Reina” (The Queen’s Gambit), de Walter Tevis. Sus siete capítulos llevan por título términos que tienen que ver con jugadas de ajedrez. Podemos encontrarla en la plataforma Netflix.
Insisto en que no es necesario saber jugar al ajedrez para que esta serie te atrape de principio a fin.
El Gambito es un movimiento, una apertura, y eso es lo que Beth Harmon vino a hacer con su belleza inquietante y su prodigiosa mente, con el ajedrez.
Escrito por
Carina A. Brzozowski. Agrupación Bordó Leo Norniella en Alimentación