Los primeros signos de pánico escénico empiezan a ser palpables en Reino Unido. Una inflación que continúa su línea ascendente unida a los efectos del malogrado Brexit tienen a todo un país en ascuas ante una situación económica que pinta mal.
Tal es el caso que, desde los propios medios de comunicación del país, se comienza a animar a los propios británicos a que consideren el consumo de alimentos caducados. Eso sí, bajo el paraguas del consumo responsable y respeto por el medio ambiente.
No en vano, todos los supermercados se comprometieron a reducir el desperdicio justificando así cambios en la política del etiquetado de sus productos. Así, una conocida cadena de Reino Unido, ya ha eliminado estos datos animando a los compradores a que hagan una “prueba de olfato” en vez de mirar la fecha de caducidad. O lo que es lo mismo: si huele mal, no lo compres.
Esta cuestionable iniciativa ya ha sido secundada por otras cadenas que han ido eliminando progresivamente el etiquetado en sus líneas de productos perecederos, principalmente frutas y verduras.