El primer debate electoral de la campaña andaluza se celebró en RTVE con la participación de los seis candidatos tras el fracaso de la maniobra de Unidas Podemos por impedir la participación de Adelante Andalucía. Un debate donde solo destacaron los candidatos del PP y Adelante Andalucía. El primero era el rival a batir por el resto, la segunda por moverse sin guiones en medio de un debate insulso y soporífero, protagonizando la confrontación con la extrema derecha.
PP vs PSOE: dos grandes partidos y dos escuderos
Una de las principales diferencias entre el debate y el tono al que se nos tiene acostumbrados normalmente es el grado de confrontación y agresividad de los participantes. Si anteriores debates nos dejaron grandes cantidades de zascas y memes para las redes, como Albert Rivera sacando innumerables objetos en su último debate como político, el de ayer destacó para mal por su falta de interés.
De menor trascendencia a más, se podría comenzar hablando de Inmaculada Nieto, candidata de Por Andalucía (IU-Podemos), quien en un tono conciliador y suave se dedicó en exclusiva a vender las políticas de Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del gobierno y ministra de Trabajo, como positivas para las clases populares andaluzas. Unas políticas que han venido a apuntalar la reforma laboral del PP y el beneficio de los grandes capitalistas, mientras la precariedad y la inflación golpea el bolsillo de los trabajadores.
Nieto basó su intervención en vender las políticas del gobierno PSOE-UP como éxitos de su coalición. En relación con la Junta de Andalucía, Nieto criticaba la corrupción y recortes de las derechas, sin hacer mención a los años de un PSOE-A que acumuló recortes y casos de corrupción suficientes para rivalizar con aquellos. La candidata de Por Andalucía actuó más como escudera de su potencial socio de gobierno, Juan Espadas, el candidato del PSOE, encargándose de lavar la cara al PSOE sin que el candidato de este último partido tuviese que hacerlo. Un reparto del trabajo que resume cuáles son los planes de Por Andalucía.
Pero si el PSOE trajo una leal escudera a la pelea, Juanma Moreno (PP) también disfrutó de dicho privilegio con la actuación de su hasta ahora socio de gobierno, Juan Marín candidato de Ciudadanos. Marín planteó que desea reeditar el gobierno de las derechas de la última legislatura y con un tono estilo coach defendió al gobierno andaluz de los ataques a derecha e izquierda. Como afirman algunos analistas, Marín parecía decidido a hacer comprender a Juanma Moreno que él, y no Macarena Olona, seguía siendo la mejor pareja de baile. Esto llevó a que confrontase con Vox. Tratando de presentarse como un mejor socio de gestión y acusando a la extrema derecha de inexperta y potencialmente corrupta, referenciando la subida de sueldos de altos cargos de Vox en Castilla y León. Marín trató de remar para que su partido no muera en la orilla el 19 J.
No obstante, la lealtad no fue recompensada ni por PP ni por el PSOE. Ambos candidatos afirmaron que pretendían gobernar en solitario, Juan Espadas (PSOE) incluso afirmó que trataría de hacerlo, aunque fuese en minoría parlamentaria con acuerdos concretos. Espadas dejó claro que su rival anoche, salvo interrupciones esporádicas de Vox, era Moreno Bonilla, al ser los únicos dos candidatos con opciones realistas de ser presidentes de la Junta. Esto provocó que ambos se enzarzaran en un relativamente educado debate sobre quién gestionaba mejor las instituciones andaluzas. Pero si Espadas traía un guion desde casa con el que defender al gobierno PSOE-UP, cometió un error que lleva siendo el lastre del PSOE-A esta campaña.
La cuestión es que Moreno consiguió presentarse como continuista con los gobiernos del PSOE-A, al mismo tiempo que se permitía criticar la corrupción y recortes de estos, ignorando los efectos de sus propias políticas. Moreno se apoyó en décadas de recortes del PSOE-A para aparecer como una figura moderada que venía a aplicar una receta mejorada, pero en ningún caso rupturista con los gobiernos anteriores. Incluso se permitió aparecer con la ayuda de Marín como un gobierno que habría desecho alguno de los recortes del PSOE-A (lo cual es falso). Moreno se encargó de recordar al espectador que su rival, Juan Espadas, ha participado en dos gobiernos salpicados de casos de corrupción y responsable de recortes en servicios públicos, al mismo tiempo que supo desviar la atención de con quién iba a pactar.
El PP de esta forma disputaba el centro político al PSOE, mientras evitaba entablar conversación con Vox gracias a que Ciudadanos se encargaba de bajar al barro por su socio de gobierno. Con adjetivos como “serena” o “tranquila” definía el líder del PP la mayoría que pretendía conseguir en una campaña donde sabe que debe evitar la exaltación de Vox para que este último no le robe un trozo importante de su base social.
Un mitin de la extrema derecha y un andalucismo crítico con los recortes
Por su parte, Macarena Olona, candidata de Vox a la Junta de Andalucía, continuó en su línea de xenofobia, racismo y machismo que caracteriza al discurso de su formación. Buscando la provocación y la pelea tanto con Moreno Bonilla como con Espadas y cuando fue ignorada mayoritariamente por estos, confrontando con Juan Marín y Teresa Rodríguez.
Olona protagonizó de forma previsible los momentos más polémicos como cuando criminalizó a los migrantes musulmanes citando altercados en Saint-Denis durante la final de la Champions y acusando al resto de candidatos de promover la inmigración “ilegal” que sería contraria a los “valores occidentales” predominantes en nuestro país. La candidata de Vox no parecía acostumbrada al debate porque respondió en múltiples ocasiones a preguntas de periodistas o intervenciones de otros candidatos con frases calcadas de sus mítines, dirigidas directamente al espectador. Vox tenía claro que su forma de ganar el voto consiste en incendiar el debate tratando de arrastrar a los demás hacia posiciones más racistas y rancias, como cuando quiso forzar a Moreno Bonilla a asumir sus posiciones respecto a la caza, sabedora que es una parte de la base social de su oponente.
Hubo dos puntos álgidos dentro del discurso de la ultraderecha. Por un lado, cuando trató de erigirse en defensora de mujeres y del colectivo LGTBI mediante la criminalización de los inmigrantes al igual que hace la extrema derecha europea, en especial la francesa, aliada de Vox. Afirmando que las culturas no europeas son peligrosas para mujeres o para el colectivo LGTBI, Olona defendió “expulsar dichas culturas” ya que los migrantes “deben respetar las normas de su casa, los valores occidentales”. La candidata afirmó que solo ella defendía a estos colectivos que ahora caminaban “con miedo” por las calles andaluzas debido a la presencia de inmigrantes
El segundo momento fue cuando sacó una foto de la inmigración andaluza de los años 50, cuando miles de trabajadores se desplazaron para trabajar en condiciones míseras hacia Alemania para alimentar a sus familias. Olona comparó a estas personas que serían “buenos inmigrantes” porque se movieron por Europa con contratos legales de trabajo y enviaban dinero a sus familias frente a los “inmigrantes ilegales” que entran al país y que amenazarían a las familias españolas “armados con machetes”.
Ambos momentos fueron respondidos mayormente por Teresa Rodríguez, candidata de Adelante Andalucía. La líder de los andalucistas fue la segunda protagonista junto con Moreno Bonilla en el debate de anoche. La candidata de Adelante Andalucía supo aprovechar el espacio para criticar los recortes del PP y PSOE y para diferenciarse al confrontar a la extrema derecha. A diferencia de Nieto, Rodríguez no tuvo problemas en criticar al gobierno PSOE-UP citando por ejemplo que sus políticas de empleo fue mandar tanquetas a la huelga del metal de Cádiz. Al igual que Moreno, la candidata andalucista supo aprovechar el espacio, tras los intentos antidemocráticos de IU-Podemos por impedirlo, y diferenciar su proyecto entorno a la crítica al gobierno PSOE-UP.
Rodríguez confrontó con Olona para reivindicar el feminismo andaluz y señalar que la extrema derecha es funcional a los intereses de los grandes capitalistas. Llamándoles la “derecha cobarde” porque solo ataca a los más débiles, Rodríguez incluso señaló los intereses económicos de Olona en Iberdrola. Por ello, varias encuestas han dado como ganadora del debate a Rodríguez.
Rodríguez basó sus intervenciones no sólo en confrontar, sino en señalar que los distintos gobiernos del PSOE y PP en la Moncloa y San Telmo han construido lo que denomina un modelo de subalternidad -que Rodríguez compara con el de “otras latitudes”, como si se tratara de la misma situación que los países de la periferia capitalista-. Denunció el modelo de Andalucía como turismo y nada más, exigiendo un “cambio en el modelo productivo”.
Sin embargo, hubo algo importante que Rodríguez no dijo. No dijo que no dará sus votos para facilitar un gobierno del PSOE desde afuera. Un silencio nada menor que fue aprovechado por el PP, quien señaló que a pesar de las diferencias es muy probable que tanto Por Andalucía como Adelante Andalucía terminen invistiendo al PSOE si se dan los escaños. Rodríguez no tuvo respuesta a esto, dejando abierto el terreno para sostener esa posición. Es decir, que, aunque las críticas al gobierno central son importantes, sus votos podrían terminar favoreciendo un gobierno del PSOE otra vez en Andalucía.
El debate fue el arranque de una campaña electoral que, a su vez, es el inicio de la campaña hacia las generales para todas las fuerzas políticas.