Una huelga al margen de CC.OO, UGT, la patronal y el gobierno, apunta a no gustar a los centros del poder mediático. Hasta que los piquetes no empezaron a actuar contra los esquiroles no saltaron las alarmas y no había problema porque Ucrania lo ocupaba todo, se trataba de acallar la protesta con el silencio. Pero la huelga ha seguido y el desabastecimiento de productos que no llegan a las terminales empiezan a ser una constante. El sector lechero, por ejemplo, notificó hace unas horas que no puede cumplir con los compromisos de suministro, pero también en la industria el caos empieza a notarse.

Los focos de la gran prensa se centra (faltaría más) en los actos «violentos» de los piquetes, olvidando -una vez más- las razones de una huelga de trabajadores y pequeños propietarios de camiones que no pueden sobrevivir y que ven como las grandes empresas con la complicidad de CC.OO y UGT y el gobierno ahogan al resto del sector.

Como anécdota esta nota de prensa muy significativa: La Asociación Extremeña de la Empresa Familiar (AEEF) ha muestra su «total rechazo» al comportamiento de algunos transportistas que «tienen secuestrados el comercio y la industria», «con unas prácticas violentas y con represalias» hacia los trabajadores que no siguen la huelga de transporte.